Había una vez un rey y una
reina que vivían en un reino muy lejano, acaban de casarse y se querían mucho.
Eran muy felices pero les
faltaba algo muy importante: Un hijo. El tiempo pasaba y pasaba y cada año
necesitaban más a alguien a quien darle todo su amor.
Un día la reina fue a hablar
con el rey y le dio la buena noticia de que estaba embarazada, nueve meses
después tuvieron a una bella y pequeña hija, tan bella como su propia madre,
pero, después del embarazo la reina empezó a encontrarse mal y murió.
Antes de morir la reina
pidió ver a su marido para pedirle un favor:
- - Pídeme lo que tú quieras – Le dijo el rey con lágrimas en los ojos.
- - Quiero que cases a nuestra hija con el hombre más bello que exista y que sea tan feliz como lo hemos sido nosotros – Le contestó la reina.
- - Juro que lo haré – Dijo el rey.
Los años fueron pasando, el
rey no dejaba de acordarse de la reina pero tenía una preocupación mayor : Su
hija.
Un día mientras miraba por
la ventana miró a su hija y vió que ya estaba preparada para buscar a su
marido, hizo llamar a todos los nobles de todos los reinos , pero ninguno era
tan bello como para merecer a su hija, pero un día llego un noble de un reino
muy lejano, era muy guapo y el rey pensó que era el adecuado para su hija.
- - He encontrado al hombre ideal para ti – Dijo el rey a su hija.
- - Pero ¡ Yo no quiero casarme ! – Dijo la princesa mirando a los ojos de su padre.
- - Se lo prometí a tu madre y no voy a permitir que por tus caprichos rompamos la promesa – Dijo su padre muy enfadado.
La princesa viendo que no
podía hacer nada y que tendría que acabar casándose con el noble fue a hablar
con su padre y le pidió que se casaría
cuando él le regalará dos vestidos: Uno tan brillante como las estrellas y uno
tan dorado como el sol.
Pasaron los meses, quizás
cinco o seis, cuando su padre entró a la habitación y le entrego los dos
vestidos como ella le había pedido, sabía que ya no podía hacer nada así que
decidió que lo mejor sería irse por la noche a escondidas.
Le pidió a una sirvienta que
le dejará la peor ropa que tuviera, y por la noche se fue hacia el bosque,
pasaron las horas y la princesa andaba y andaba hasta que ya muy cansada tuvo
que tumbarse en el suelo y se manchó la cara con el barro para que si alguien
la veía durmiendo no pudiera reconocerla.
Al día siguiente, cuando se
despertó empezó a oir voces muy cerca de ella y cuando abrió los ojos vio a dos
pequeños que no hacían más que mirarla, entonces los niños le dijeron que la
iban a llevar a casa de su tío y que allí estaría bien.
Los niños le preguntaron
cómo se llamaba y como ella no quería decírselo empezaron a llamarle toda clase
de pieles.
Llegaron al castillo y allí
estaba esperando una doncella que regaño a los niños por escaparse sin avisar a
nadie, los niños le explicaron lo que había sucedido y la doncella hablo con el
rey y dijo que se podía quedar ayudando en la cocina.
Una semana después de que
estuviera instalada en el castillo se iba
a celebrar una fiesta en honor del príncipe para que encontrará esposa.
La princesa que extrañaba
mucho las fiestas del palacio le pidió a el cocinero que la dejara ir, pero a
condición de que luego le subiera la sopa a el príncipe porque antes de
acostarse tenia que tomársela.
Toda clase de pieles fue
corriendo a su habitación se quito el barro y se puso su vestido tan brillante
como las estrellas y bajo al baile, todo el mundo la miraba, estaba muy guapa y
el príncipe no pudo dejar de mirarla hasta que la pidió que bailara con ella,
cuando terminó la canción se miraron a los ojos y la princesa supo que estaba
enamorada de él pero nunca se lo podría decir.
La princesa como había
quedado , después de cambiarse y volver a ponerse la ropa de criada y pintarse la cara con barro subió
a el príncipe la sopa que ella misma había preparado pero cuando el príncipe se
estaba tomando la sopa se dio cuenta de que había una cosa en el fondo del bol,
era un pequeño osito que pudo encima de la chimenea.
Al día siguiente pasó lo
mismo pero esta vez la princesa se puso el vestido tan dorado como el sol, el príncipe
volvió a bailar con ella pero no le dio tiempo a cambiarse y poderle subir la
sopa, así que el cocinero se la subió al príncipe.
- - Esta sopa no es la misma que la del otro día – Dijo el príncipe.
- - Es la misma sopa de siempre – Dijo el cocinero con miedo y se fue de la habitación.
El tercer día siguieron las celebraciones,
pero toda clase de pieles no pudo ir al baile porque ya no le quedaban más
trajes, se sintió muy triste pero sabía que antes de que el príncipe decidiera
quien iba a ser su esposa tomaría la sopa.
La princesa al subir no sé dio
cuenta de que la cadena que llevaba de donde había sacado el osito se había quedado
al descubierto y al subir a entregar la sopa, el príncipe quedo muy sorprendido
y le dijo:
- - Sabes que hoy voy a elegir a mi esposa – Le dijo mientras le pedía que la princesa levantará la cara.
La princesa se sintió muy
triste, pero entonces algo extraño sucedió, el príncipe sacó un anillo de una
caja.
- - Desde el primer día que te vi en el baile sabia que eras tú y entonces decidí que tu tenias que ser mi esposa – Dijo el príncipe levantándose de su silla y poniendo el anillo en su dedo.
El príncipe pidió a la princesa
que se cambiara y que tenía una sorpresa esperándola en la habitación: Era un
vestido tan plateado como la luna.
Después bajaron al salón
donde todo el mundo estaba esperando al príncipe con su nueva esposa y todos
estaban muy contentos… y esto es verdad y no miento y como me contaron lo
cuento.
Perfecto.
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